jueves, 22 de octubre de 2015

¿Uno menos?

Algunas veces o somos muy pendejos con alguien porque simplemente nos nace —sin ningún tipo de intención escondida— o somos bien mierdas con quienes de alguna forma quieren ser lo mejor para nosotros. Antes que nada, quiero disculparme por mi grosera forma de hablar, pero quizá estoy muy irritado por lo tan malvados y egoístas que pueden ser algunos. 

Quiero pensar que es algo que sólo a mí me pasa, que probablemente hay algo en mí que está mal y hace que todos actúen de mala forma conmigo. De otra forma no vería razón o motivo para que me hicieran algún tipo de desprecio, mala jugada o simplemente me destruyan, acribillándome con sus palabras. 

Es muy típico en mí dar siempre demás, dando ilimitadamente a quien quizá y no merece nada. Todo porque así me nazca o porque sin darme cuenta simplemente lo haga, llegando incluso al punto en el que muchas personas se quieran o puedan aprovechar de ello —siendo lo más patético de la situación—. Algunos creen que pueden tenerme por siempre ahí por ser como soy. Podría ser que se acostumbran a verme siempre servicial, sin quejas, ni pedidas, que les da a pensar que puedan hacer conmigo lo que quieran, no como servidumbre, sino como alguien dispuesto a hacer cualquier cosa por ellos. 

Sin embargo supongo soy muy optimista, tanto que quiero seguir pensando que no todos son así de animales y por eso sigo intentando. Aun cuando son cada vez más los que terminan olvidando lo que he hecho por ellos en el instante preciso en que empiezan a recalcar todo lo que les parece malo en mí. Aun así me resulta fuera de lugar o estúpido recalcar las cosas que por ellos he hecho, pues me parece que es algo que deben saber y que es innecesario incluso tratar de recordarles, además que nunca lo hice con intención de que me debieran algo, pero al menos deberían mostrar gratitud. 

Mi lema es no ser la persona que necesita a alguien, sino la persona que todos necesiten. Pues, para ser honestos, las cosas que hago con el corazón en algún momento les llega a hacer falta, quizá no en el futuro inmediato, pero sí en algún momento de sus vidas. Dado a que probablemente un día querrán tener alguien que esté dispuesto a hacer cualquier cosa para ayudarles, sin mencionar la compañía y sensibilidad que siempre les podría brindar. 

Yo les confío a todos desde el principio y quizá sea ese mi error, gracias a que siempre salgo realmente herido, más que en físico, sentimentalmente. Puedo perdonarles, porque el odio y rencor no son principios que sigo, sin embargo una vez me hayan herido no hay forma que les pueda confiar de nuevo. Simplemente no puedo confiar en quien literalmente me ha apuñalado, a todas estas, ¿quién podría?

Lo peor de todo es que no sólo hieren con sus palabras o con el notable desprecio que te brindan, sino que también se esfuerzan en poner a muchas personas que puedan ser "importantes" para mí en mi propia contra. Siendo la cosa más triste y decepcionante, aunque a la vez termino de entender quienes realmente son todos y lo camuflado que pueden ser cuando están conmigo. Pero al final todo sirve de aprendizaje o así debes tomarlo. Ninguna herida puede ser en vano, debes tomar toda esa basura que echan en ti y ser una mejor persona de lo que ellos han sido. Ser simplemente un guerrero,



lunes, 27 de julio de 2015

Íntimamente: ¿Cómo soy en el amor?

Es una realidad que con el paso del tiempo quizá, empezamos a cambiar nuestras perspectivas o formas de actuar; pudiendo ser también gracias a cada error cometido, cada enseñanza adquirida, entre otras cosas. El punto es que en algún momento se llega a una etapa donde queremos asentar cabeza, ser mejores y sobre todo establecerse. 

Puedo decir que a veces es necesario también que llegue una persona capaz de hacer estremecer tu mundo, que te haga restablecer lo que quieres en tu vida, tus objetivos como persona y que además marcan de cierta manera un antes y después en cuestión de lo que eres y buscas. Es como que si entiendes lo que realmente felicidad es. Sin importar cuanto te lastimen al final, luego de ver lo bonito que es ser así, las experiencias pasadas pierden algo de emoción. 

Luego de todo, cuando alguien así de especial encuentro, existen ciertas cosas que de alguna manera me identifican. Por ejemplo. Cuando siento que me importa lo que tenemos, siempre pero siempre trataré de buscar alguna posible solución al problema, no puedes esperar nunca que actúe como si no me importara, cuando haría lo que sea para arreglarlo todo, llegando incluso a minimizar lo que no me agrade con tal de que todo esté bien. 

Soy muy de los que nada pide, ni que estés siempre conmigo, ni mucho menos cosas absurdas. Analizo más cómo actúas, lo que haces espontáneamente y no sólo por inercia o porque yo algo así hice, pues cuando hago algo es porque quiero, no para que hagas algo similar. Aunque claro está que es realmente importante recibir actos de aprecio también tú. Probablemente no trataré de cambiarte, es algo de lo que en realidad estoy en contra. Si algo te ha gustado en un principio de tal forma, ¿por qué querrías cambiarlo después?

No me gusta dominar a nadie, cada quien debe ser libre de actuar como quiera. Me gusta conocer tus opiniones, puntos de vistas, que seas libre en cada decisión y acción. En silencio veo si piensas sólo por ti mismo, o si en cada acción que haces piensas en mí. Puedes salir con quien quieras, pero cada acción siempre trae consecuencias consigo. Celoso claro que soy, no confío mucho en los amigos que tengas, aunque confío en ti, sé que seguramente nosotros un día empezamos como amigos también.

Si hay algo que realmente me gusta es ser expresivo, demostrarte en pequeños gestos cuán importante en realidad eres. No estaré diciéndotelo, prefiero demostrarlo, sólo que tú tienes que ser lo suficiente sensible para entenderlo. Te llenaré de pequeños gestos, que se me harán imposibles mencionar, pues la esencia está en que sepas qué hago por ti. 

Prefiero escuchar, demostrar que puedes desahogarte en mí y sabré callar cuando silencio sea lo que quieras. Me delato con la mirada, posiblemente te observaré perdidamente, sin nada en mi mente más que contemplándote en ese momento. Lucharía por verte sonreír siempre, nunca querría que algo tan bonito se apagara.

Me gusta querer libremente, sin ataduras ni en tiempo medido. Me involucro demasiado, desde el principio. Me es imposible creer que sea necesario tener que esperar para incluirte en mi vida. Me gusta lo espontáneo, sin protocolo. Soy muy optimista y soñador, aún en estos tiempos donde muchos son peor que el cólera, me gusta pensar o creer que ahí afuera sigue existiendo gente sensible, alguien a la medida. Suelo darlo todo sin restricciones o límites, así termine herido profundamente. Sin embargo al final, no seré yo quien haya perdido por dar amor, sino aquel que no haya sabido apreciarlo.


miércoles, 22 de julio de 2015

¿Qué estamos dejando atrás?

    Al paso del tiempo son muchas las personas que en la vida vamos conociendo, bien sea en nuestros entornos sociales, como el trabajo, comunidad o escuela. Unas muy pocas de ellas capaces de apreciarnos en silencio, con constantes demostraciones de admiración y respeto por lo que eres, haces y te identifica como persona. Dispuestos a apoyarte y estar a tu lado en las subidas o bajadas que Dios en la vida tenga preparadas para ti. 

    Esta clase de personas no las encontramos en todo lugar o en todo momento. Afortunados somos cuando alguien así encontramos, justo una persona capaz de demostrarte de distintas formas lo especial que eres, que se arriesgue por ti o incluso te elija a ti un millón de veces sobre cualquier otra, es lo que buscaremos cuando decidamos asentar cabeza. De hecho, es esa la persona que más atención de nuestra parte debería obtener.

    Sin embargo, son casi nulas las veces que nos damos cuenta que alguien así a nuestro lado tenemos, mayormente luego de perderlas, o luego de un tiempo sin ellas a nuestro lado, es cuando entendemos lo importante que pudieron haber sido, incluso lo bonito o especial que pudo haber sido una historia junto a ellos. Aun así lamentarse no servirá de nada, no si al menos la oportunidad no está del todo perdida. 

    Lo patético de la situación es como desvaloramos todo lo que estas personas hacen—muchas veces por aún no notarlo— por darle nuestra atención a otra que recién llega, que posiblemente jamás nos aprecie con los mismos ojos que los otros. De hecho, justo cuando nos decepcionamos de esa experiencia que se acaba de vivir, es cuando empezamos a querer—estúpidamente— conocer a alguien que nos aprecie como apreciábamos a esta otra que nos ha dejado rotos, pero ya la conocíamos y no valoramos.

    Es por ello que es necesario ser atentos y sensibles a cada detalle, a cada cosa, por más pequeña que sea. Entender que más vale quien te haga sentir único y valorado. Aprender a valorar a las personas por cómo sabe antes de por cómo se vea. Arriesgarse por quien realmente valga el intento. Además de hacer lo necesario por tratar de corregir lo que por falta de atención has arruinado. Pero sobre todo, a preguntarnos primero ¿Qué estamos dejando atrás? 



jueves, 18 de junio de 2015

¿De qué nos quejamos?

No es un secreto que todos tenemos nuestras propias inseguridades, pues claro está que los jóvenes actualmente vivimos en un mundo superficial, donde regularmente te valoran por cómo vistes o cómo te veas físicamente. Podemos ser destructivos y fríos con muchas personas que pueden incluso enseñarnos las cosas más esenciales de la vida, pero simplemente no le tomamos en cuenta por no estar en nuestro margen de superficialidad.

Aun así, no sólo somos destructivos con los demás, sino también con nosotros mismos. Llegamos a acomplejarnos de tantas formas sólo por no tener un cuerpo agradable a la vista de los demás, pero, ¿realmente eso importa? ¿Es necesario tener un buen físico para ser considerados bonitos? Existen personas que han llevado las peores batallas, donde han perdido alguna extremidad o cargan con la marca de su lucha con el cáncer en la pérdida de un seno, por ejemplo. Mientras nosotros vivimos preocupando por el qué dirán los demás. Existen tantas personas luchando simplemente por otro día más de vida mientras tú lo derrochas siendo destructivo en la sociedad.

Esta situación de superficialidad se ve reflejada en muchos ámbitos, aunque es necesario destacar que el ser humano desde que tiene uso de razón, ha tenido esa cualidad de avaricia cuando se trata de querer ser más y tener más que los demás, siendo honestos con nosotros mismos, sabemos que queremos todo lo que consideramos “mejor”, como; la mejor ropa, el mejor accesorio, el teléfono del momento, entre otros Tanto así que existen quienes llegan al punto de enfadarse con sus padres cuando no pueden cumplir con sus deseos caprichosos. 

Nos hemos acostumbrado demasiado por lo material y lo superficial, mientras nos olvidamos por completo de lo que realmente merece nuestra atención. Tantos pequeños detalles que nos brinda la vida a diario y no los notamos por estar alimentando nuestras vanidades como humanos. ¿Alguna vez se han preguntado si merece tanto aprecio querer ser así? Es triste ver como muchos se creen algo que siquiera son, no hay peor cosa que no ser lo que realmente eres, pues es entendible que nos guste vernos bien, pero de eso a querer ser la próxima Kardashian está algo fuera de órbita. 

Existen diversas comunidades tan cerca de nosotros mismos que no tienen si quiera que comer, cuando nosotros vivimos a dieta para eliminar unos cuantos kilos que consideramos están demás. Muchos andan sin nada que ponerse en los pies, mientras unos les pelean a sus padres por haberles comprado un calzado Adidas cuando lo que querían eran unos Nikes. Algunos dirán que no es su problema que estas personas pasen por esas situaciones, volviéndose insensibles ante ellas, en lugar de regalar un poco de todas esas bendiciones que gracias a Dios han podido tener.

Con esto no vengo sólo a juzgar a los demás por la vida que quieran tener, cada quien es libre de llevar la vida que quiera, sólo quiero concientizar a quien me lo permita, así como me lo he permitido yo, pues a veces suelo ser ese típico adolescente superficial, pero creo que en algún punto te decepcionas al ver cómo pierdes años de tu vida siendo alguien tan insensible, mientras vivimos quejándonos de cosas realmente insignificantes cuando conocemos la historia de los demás.

Existen tantos niños llevando la peor batalla en sus hombros, sin haberlo elegido jamás, niños deseando unos años más de vida, aun cuando siquiera pueden llevar una vida normal. Tantas personas mayores desoladas en lugares donde nadie les recuerda, sin nadie nuevo quien les cuente una historia bonita, o les brinde algo de alegría a su vida. Tantos marginados en las calles sin un hogar donde regresar, sin una cama donde dormir, mientras nos quejamos del lugar donde vivimos por cosas realmente sin sentidos. Somos tan insensibles que no nos importa incluso dañar un espacio necesario para la vida cuando ya hay tantos que ni vida tienen. 

Sólo quiero con esto que pensemos un poco más, es hora de que dejemos de pensar que ser humilde consiste en creer o decirte a ti mismo que lo eres. Ser humilde es no necesitar intentar ser quien no eres solo para encajar entre los demás, va de la mano en querer ser una mejor persona, no en lo superficial sino en lo espiritual, ser agradecido ante todo y tener sensibilidad para con los demás. Recordar que Dios es lo único que realmente necesitamos en nuestra vida y que lo demás son sólo bendiciones que Él permite que tengamos. Es hora de ayudar y sentirnos necesarios. Aprendamos a vivir con lo que tenemos, y seamos buenos con quienes tienen menos que nosotros. Algunas veces una simple sonrisa o un abrazo sincero pueden ser el mejor regalo para una persona. Seamos consiente de lo que tenemos y lo afortunado que somos por ello.



jueves, 4 de junio de 2015

Seguir adelante.

Las semanas pasan y no me doy cuenta, tu dolor sigue latiendo como el primer día. Aún es insoportable pasar por todos esos lugares donde solíamos estar y no tenerte a mi lado. A veces me pregunto si te ríes como conmigo lo hacías, si ya a otra persona tomas de la mano que amaba apretar. Sé que hace ya casi dos semanas que todo terminó, pero aún no logro darme cuenta cuándo te dejé de conquistar o cuándo me dejaste de ver como decías que lo hacías. 

Sin embargo sé que no hay tristeza que pueda durar por siempre. Que las cosas van y vienen con más fluidez. Sólo es fuerte escuchar tu nombre cuando hace tiempo no escucho todo lo que me decías, es duro escuchar que te vez feliz y que quizá con alguien nuevo a tu lado, como si lo que tuvimos fue sólo un sueño.

A veces sólo tenemos que aceptar como se dan las cosas, podemos creer que tenemos un pequeño por siempre, donde nunca dejarás de verle u olerle, que siempre serás quien le hagas feliz, pero no es así, simplemente no lo tienes. No puedes aferrarte a eso, debes aprender a dejarle ir. Entender que así como pudo empezar puede terminar, de un momento a otro simplemente somos incapaces de hacerles permanecer a nuestro lado. 

Han sido tantas noches escuchando canciones deprimentes, que las lágrimas ya saben en qué momento pueden empezar a caer. Han sido muchos amaneceres queriendo empezar de nuevo, tantos que no sólo deben quedar como deseos, sino hacerse realidad también. 

No se puede perder la esperanza sólo porque unos te han decepcionados, o como dice en El Principito “No se pueden odiar todas las rosas sólo porque una te pinchó, no puedes dejar de soñar sólo porque uno no se cumplió”. Debemos tener claro que no importa qué tan basura nos hicieron sentir o cuán roto nos han dejado, se trata de todo aquello que podemos sacar de esto, cada lección y aprendizaje. 

Somos lo suficientemente jóvenes para seguir adelante, es hora de levantarse nuevamente, volver a empezar. Dejando el odio atrás. Tememos muchas razones para estar bien, muchas personas a quienes dedicarles una sonrisa, debemos seguir dando lo mejor de nosotros sin importar cuánto daño nos puedan hacer. Simplemente seguir adelante, entender que una derrota no es el final de ninguna historia.


lunes, 25 de mayo de 2015

Es hora de decir adiós.

Negar una historia no la hace inexistente, por más corta que sea, es una historia. Pudo haber sido fugaz como una estrella, repentina y momentánea, pero es una historia. Tú y yo somos una historia, con momentos felices y algunos realmente tristes Con peleas y risas, con verdades y mentiras. Momentos inolvidables, pero que recordar duele más que tu estúpida despedida. 

Por más que trate de evadirte sigues presente. La primera vez que te vi, honestamente no pensé que llegarías a ser así de importante, que por ti podría llegar a sentir este dolor que se hace insoportable cada vez más, recuerdo cuando llegaste, tan repentino como sólo tú podrías ser, cultivando con tu sonrisa y hermosos ojos café.

No pensé que dolerías así de grande, no pensé que podría aferrarme tanto así y quizá ese sea mi problema. Me aferré a ti en tan corto tiempo, en nuestro “equipo” como solíamos decir. Vivimos cosas fugaces que no habría cambiado jamás. Tus pies jugando con los míos, tus risas por mis estupideces, tus tomadas de mano como si nada importara. Tus besos espontáneamente apasionados, las bromas que nos solíamos hacer, todas nuestras pequeñas cosas que nos definían, todas quedan invisibles ante la presencia de un problema, o alguien nuevo. 

Me pregunto si no lo hice bien, cuando sé que lo intenté lo mejor que pude. Te di todo lo mejor que tenía, aun así pudo no ser suficiente para ti. Quisiera saber si lo que sentías era real, si lo que tuvimos para ti fue real, porque cómo puedes ser un idiota y alejarte cuando mis lágrimas han empezado a caer. ¿No sientes este vacío que siento yo? ¿Cómo puedes estar bien cuando me derrumbo como un idiota?

No puedo entender que estamos acabado, que tan fácil te has dado por rendido, sinceramente pensé que me querías más que esto. Te alejas con la excusa de no querer hacerme daño, como si ahora estuviera en mi mejor momento. Sin embargo debería alejarme ya, cabizbajo o no, roto ya estoy. Sin poder desear algo malo, más que encuentres lo que realmente crees merecer. Sólo hubiese querido que supieras que lo hacía todo por ti.

Lo que más duele recordar es ver cómo apartaba todo lo negativo de ti, para apreciar sólo las cosas buenas, me enamoraba de ti con tus defectos, dones y habilidades. Nunca vi cómo para ti no funcionaba igual, que quizá una cosa que te molestaba sería razón suficiente para pensar que ya estaba bien así.

Sin embargo sé que los amores van y vienen y que sólo nosotros decidimos qué puede cambiarnos, que soy joven y la vida apenas empieza. Aprendí que todos tienen un tiempo determinado en tu vida, que no puedes elegir quién se quiere quedar o quién se quiere ir, que las personas entrarán y saldrán de tu vida cada vez más seguido y que sólo tú eliges qué quieres aprender de cada lección. Aprendí también que todo ocurre por una razón en este mundo aleatorio y que es bueno dejar que las cosas fluyan por el camino que deben ir, sin ningún tipo de forzamiento.

Es momento de decirte adiós y con él a todo tipo de esperanza en ti que en mí aún latía.


jueves, 21 de mayo de 2015

Intolerancia al amor.

Para muchos es una realidad que su casa de estudios poco a poco se convierte en tu segundo hogar. Son tantas las horas que en ella pasas que hasta posiblemente te preocupes por su cuidado. Puedo decir que soy afortunado por tener la posibilidad de estar estudiando en una de las mejores universidades del país, donde indudablemente la preparación brindada es de alto nivel. Pero aún así, gracias a la conocida crisis que actualmente se vive en Venezuela, muchas universidades no escapan de la realidad que en la calle el venezolano a diario vive. El principal problema que dentro de la universidad se vive es la alta delincuencia, nos vemos atacados por ellas de manera directa e indirecta. Muchas aulas de clases se encuentran en estado tétrico por la falta de equipos que se considera esencial para los estudiantes, gracias a los robos que frecuentemente ocurren en ella.
Sin embargo algunas “autoridades” han preferido desviar su atención a lo realmente necesario. Hay quienes se han preocupado por atacar, humillar y amenazar a personas que estén haciendo cosas —según ellos indebidas— como dar mostrar afecto de manera pública a quienes quieren, sólo por su condición sexual.

Hoy mientras me encontraba muy cariños con quien considero “una nueva luz” jugueteando, bromeando y sobretodo disfrutando de nuestros pequeños momentos juntos tres personas quisieron atacarnos por mostrarnos cariñosos juntos. Uno de ellos aseguraba ser “El jefe de la seguridad de la universidad” mientras que los otros eran “jefes en la directiva estudiantil”. Estos señores aseguraban que ser cariñoso o amoroso con tu pareja abiertamente homosexual era un delito para nuestro país, pues según ellos eso a algunas personas le incomodaba. Sin embargo en todo el rato que estuvimos ahí nadie siquiera nos miró mal.

Lo que realmente me molestó fue como estas personas han preferido atacarnos verbalmente a nosotros por ser personas que han “decidido” querer a quienes ellos creen es delito, mientras que en la universidad muchas personas consumen droga delante de todos, otros roban y dañan las instalaciones estudiantiles. 

Es sinceramente desmotivador que debas esconderte para demostrarle amor a quien quieres, mientras muchas personas realizan actos de violencia frente a todas las personas. Mientras unos matan, golpean libremente sin ser perseguidos por estas “autoridades”¿yo debería esconderme para poder darle un beso a quien de verdad me gusta? ¿es eso justo?

Nuestro problema es que somos intolerantes a lo diferente que NO hace daño. Es injusto que estas personas nos ataquen constantemente por ser lgtb, cuando mayores problemas hay en el mundo. Es injusto pensar que “elegimos” ser homosexuales, cuando lo único que sí se elige es ser plenamente homofóbico. Nunca entenderé por qué sembrar odio en vez de respetar y cultivar amor.